Los primeros días de la
navidad, vecinos de la zona del sur de la barriada comenzaron a sentirse
indispuestos. A primeros de enero del nuevo año, los casos iban proliferando
hasta que en vísperas de reyes, dos ingresados en el hospital son
diagnosticados de tifus, y la noticia se extiende por todo el barrio.
A los pocos días los
ingresados y diagnosticados ya sumaban media centena. Por las características y
la zona en que se localizan los enfermos, enseguida se comienza a sospechar que
la causa podía venir del consumo de agua, del pozo de la Compañía Aguas La
Gatassa, que estaba situado en la confluencia con la Avda. President
Tarradellas, con el paseo Ramón Berenguer, pegado a la riera de Argentona, que suministraba a los vecinos de esa zona.
El pozo, ya desde el primer momento, había sido motivo de denuncias por la insalubridad del agua debido a la proximidad con la Riera de Argentona, cuyas instalaciones además no reunían ningún tipo de garantía de higiene y por el que campaban a sus anchas numerosas ratas de tamaños considerables.
Viendo la inhibición del
Ayuntamiento, la asociación de vecinos toma la iniciativa desde el primer momento, informando
a los vecinos por medio de un coche con altavoces, dando instrucciones
sanitarias que se habían de tomar en las casas y en los colegios para evitar
los contagios.
Se convoca una asamblea, la asistencia fue multitudinaria y en ella se pidió la dimisión del
responsable de sanidad Pedro Pérez Arciniega, a lo que se niega el alcalde
Francisco Salas Moret, último alcalde nombrado a dedo, que había sustituido a
Francisco Robert Graupera que había marchado de Gobernador civil a Barcelona.
La epidemia duró varios meses,
cuando parecía estar dominada la situación volvió a aparecer una recaída que
duró unos meses hasta casi finalizado el verano. Nunca sabremos la magnitud, de
la epidemia, ya que el ayuntamiento daba pocos datos y de tarde e tarde, datos
que al igual que ocurre ahora con el covid 19, nunca coincidían con los que disponía la vocalía de sanidad de la
asociación que siempre eran superiores.
He intentado buscar
información sobre las cifras que se dieron oficialmente, pero no son
documentables, por lo que he optado por no publicarlas. Tampoco la multa que se
le impuso a la compañía, una multa que no llegó ni al medio millón de pesetas y
como no podía ser de otra manera se clausuró finalmente el pozo.
Ni siquiera supimos como
llegaron las bacterias infecciosas al agua, dado que enfermedad la transmiten
los piojos y las pulgas, aunque también es posible a través de garrapatas.
Debió ser alguna rata de las muchas que entraban y salían del portalón del pozo
que cayó al agua y se ahogó en ella.
La hambruna tienen un relación
importante con la enfermedad, por eso tras la guerra hubo tantas epidemias de
Tifus, que se llevó por delante muchos niños, en los que se ceban las
bacterias, sobre todo en situaciones de hacinamiento, pobreza y falta de
saneamiento en las viviendas, circunstancias todas que se daban en nuestro
barrio en aquellos momentos.
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