José García Montoya, nacía
el 16 de Marzo de 1.924 en Caravaca, provincia de Murcia, hijo de
Francisco y de Juana, en un barrio llamado la calle larga, con cinco hermanos,
su abuela Isabel y su tío Manuel
Era una época de muchas privaciones, recuerda como
acompañaba a su abuela Isabel, por los cortijos, haciendo trueque, con
cualquier cosa que se pudiera cambiar por algo comestible, hasta que con seis
años comencé a trabajar de alpargatero, como casi todos los niños de la época y
de aquella zona.´
Como el colegio solo era
para las familias pudientes, aprendió a leer y escribir de la manera más
elemental poco tiempo antes de ir al servicio militar y gracias a personas que
estaban un poco mas preparados que ellos, que ejercían de maestros de casa en
casa, como buenamente podían
Tenía 12 años cuando comenzó la guerra civil, a esa edad no eres consciente de lo que
realmente estaba pasando, pero recuerdo, el tiempo de revolución previo a la
guerra, los aviones que sobrevolaban el pueblo y a algunos vecinos de los que
se llevaron al frente. Lo que es imposible
olvidar, es el hambre que se pasaba, sin trabajo, sin comida, sin agua, sin
higiene, amén de los piojos y las chinches que se cebaban con nosotros.
Teníamos que comer lo que encontrábamos, pieles de naranjas,
pieles de patatas, en ocasiones, mi madre preparaba migas de harina de pinazo,
con unas gotas de aceite, que me sabían a gloria.
La guerra directamente no pasó por el pueblo pero tuvimos
que sufrir las consecuencias, pero al menos no hubo que sufrir las represalias que
si hubieron en otros pueblos de la zona y nadie se tuvo que esconder, al menos
de las personas de su entorno.
Mi padre y mi tío Juan, eran ya personas mayores, pero a
pesar de todo se los llevaron al frente dentro del último grupo de combatientes,
fueron alistados por los rojos. Los dos volvieron tras la guerra, pero mi padre
a causa del hambre y del agotamiento, enfermó y murió al poco tiempo.
Peor suerte tuvo el marido de una prima que se llamaba
Santos, que fue fusilado por las tropas franquistas, solo por haber sido
guardia de asalto con los rojos, dejándola viuda y con dos niños pequeños.
Se daba la circunstancia de que en aquella época, la mayoría eran
apolíticos y lucharon con los que le tocó luchar, más debido a las
circunstancias, que a una participación activa en la política, ¿Qué íbamos a
saber de política si apenas sabíamos leer?
Los tres años siguientes a la guerra, fueron horribles para
todas las familias, sobre todo para las que no disponíamos de tierras, para
poder sembrar algo, luego la situación mejoró ligeramente, pero la falta de
expectativas truncaba los deseos de la gente joven, que ante la falta de
trabajo no nos quedaba otra alternativa que la emigración.El ayuntamiento de Murcia, aprovechó la demanda de mano de
obra en Catalunya, para quitarse bocas
que alimentar, así que tuvieron la idea
de dar ayuda económica a los que
querían hacerlo y aproveché la ocasión, para plantarme en Barcelona.
Con 26 años hice el
trayecto Murcia- Barcelona, con un primo que se llamaba Martín llegamos el mes
de Mayo de 1.951 y a punto estuvieron, de devolvernos otra vez, a nuestra
tierra, ya que los policías de entonces los grises, si te cogían te metían en
Montjuic, hasta que juntaban un tren y te mandaban otra vez para Murcia.
Al principio viví en Barcelona, hasta que tras la muerte de
mi hermano Juan José, decidí venirme a Mataró con mis primas Matea, Encarna y
Dolores.
Comencé a trabajar en la fábrica de vidrio que se llamaba
VIMACO, a donde iban a parar la mayoría de los
que llegábamos a Mataró, ya debido a la dureza del trabajo, casi siempre
existían vacantes.
Además te permitían hacer todas las horas que aguantaba el
cuerpo, recuerdo incluso, que muchos sábados me venía de Barcelona, donde iba a
visitar a mi novia, para poder trabajar el sábado y el domingo por la noche, ya
que por esas dos noches ganabas, mas que en toda la semana.
En ocasiones, empalmaba el turno extra de noche, con el
turno de mañana, que me tocaba, llegando a trabajar 16 horas seguidas.
El 22 de Diciembre de 1.957, contraigo matrimonio Antonia
Valera Grajera, que vivía en la
Trinidad vieja, donde
había ido a parar mi madre y parte de mis hermanos y familiares, alguno
también acabó en Sabadell.
En esa época un compañero de trabajo, llamado Manuel
González, que luego llegó a encargado, dejó libre una habitación en la calle
Pujol, donde estuvo viviendo de soltero, hasta que se casó.
Allí vinimos a parar
de recién casados y allí nacieron mis dos primeros hijos, Francisco y Juani.
Fue entonces cuando un primo mío que había comprado un solar
en Cerdanyola, compro un solar en la calle Bagés, dando una pequeña entrada y
pagando 50 pesetas cada mes que nos costaba mucho pagar, corría entonces el año
1.960.
En esa época un problema de salud de mi mujer, hace que el
médico, nos aconseje salir de la habitación de la calle Pujol.
Como yo aprovechaba todas las horas que aguantaba mi cuerpo,
conseguí además ahorrar 600 pesetas, con las que me embarqué, en la
construcción de mi casa.
El Sr. Brullet, me hizo los planos y Blas Martínez, que
además de ser uno de los primeros contratistas de Cerdanyola, es también
murciano, como nosotros, me comenzó la obra, hasta levantar paredes, colocar persianas y los marcos sin puertas.
Aquí nos venimos a vivir y aquí nació nuestro hijo David,
con el suelo de tierra, las paredes sin enyesar y sin servicios de ninguna
clase, hasta que poco a poco fue mejorando la cosa.
En el año 1.961, con la ayuda de mi mujer, pusimos una
bodega que daba a la calle Berguedá, hasta
que finalmente ya en el año 1.966, abrimos el bar que regenté durante 23 años,
hasta que me jubilé.
Esta es una de tantas historias de vecinos nuestros, contada
con toda la sencillez del mundo, que han dejado huella con su ejemplo, y su
vida, en tirar adelante sus familias en años de verdaderas necesidades.
Ellos son los artífices de nuestro barrio, ellos engrandecieron Mataró, ellos lo dieron todo
por su familia, y por
ello, desde Historias de Cerdanyola, tenemos el compromiso de que no se pierda su recuerdo, de él y de tantos otros que forjaron nuestro futuro.Que
no quede en el olvido ni una sola de
estas vidas, porque ellos son nuestra memoria histórica.
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