"LOS MORAGAS"
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Acabada la guerrea civil, la familia Moragas, continuó su forma de vida a caballo entre la fábrica y los mercados. Fueron años muy difíciles, la guerra había terminado, pero no la represión franquista que se mantendría durante demasiados años.
EL POZO
El año 1940, Manel, decide construir un pozo en la finca, justo al lado de la casa, donde años más tarde se construirá la torre alta.
La construcción del pozo fue una auténtica odisea, ya que en esos años se trabajaba de una manera totalmente artesanal. Un Zahorí, llamado "Félix Geperut", con un artilugio metálico y unas monedas de cobre, marcó el lugar donde se encontraba el agua, que según aseguró se encontraba a unos 15 metros de profundidad.
Una vez se comenzó y tras varios días de excavaciones, se fueron superando los 15, 18, 20, metros sin que el agua diera señales de vida, el zahorí, porfiaba en que el agua estaba allí y se seguía extrayendo tierra, hasta que al llegar a los 25 metros, dieron con una gran roca, que no tuvieron más remedio que dinamitar, con el siguiente estrépito en el vecindario, hasta que superado el obstáculo, finalmente apareció el agua a 32 metros de profundidad.
Con su característica habilidad, Manel, consiguió fabricar e instalar una bomba para subir el agua automáticamente, instalación de la que se sentía orgulloso y que era la admiración de los vecinos de la época, con los que solidariamente compartió el agua de su pozo.
La abuela Pepeta, el Manel y la Rosalía en el portal de Villa Moragas, con sus nietos y biznietos.
El año 1944, deciden ampliar la torre y le anexionan lo que la familia llamará la "torre alta", dentro de la cual en su sótano quedará el pozo excavado, encima un gran comedor, una habitación para los hijos, con un gran mirador y en la buhardilla un depósito de hormigón para 6.000 litros de agua, que llenaba por medio de otro invento made in Manel, con una boya que cerraba el paso del agua cuando el depósito se llenaba.
Nos cuenta Santi que unos años más tarde, en 1.958, mientras la familia se encontraba de excursión en Montserrat, el invento falló, la boya se rompió y el agua fue bajando hasta la lámpara de los techos, con lo que se produjo un cortocircuito, que dejó finca sin luz y completamente inundada.
A la vuelta, todos, con cubo y bayeta en mano, escaleras abajo hasta llevar el agua al jardín, una excursión que nunca ha olvidado ninguno de la familia.
El año 1945, la familia adquiere varios terrenos colindantes, el primero el del Agustín el del "burro", este hombre, trabajaba el campo, en la finca de la familia de la floristería "BADA", y vivía por arriba de Villa Moragas, junto a su mujer "La Gerónima" y su hija la Pilar, una niña que había sufrido una parálisis que la había dejado muy afectada, por lo que decidieron volver a su tierra una aldea junto a Mora de Ebro, llamada el Pinell de Brai.
También adquirieron un terreno que daba a la calle Calasanz Marqués de un tal Valentín y otro justo al lado de un tal Clavell, en estos terrenos años más tarde construirán un bloque de pisos, que mantuvieron en alquiler hasta que se detecta la aluminosis en la vigas de hormigón, que como casi todas las del barrio habían sido fabricadas por el Arrué, el de la esquina de la calle Rosellón con Vitoria.
Finalmente deciden quitarse el problema y terminan vendiendo el bloque de pisos que, casualidades de la vida, terminará adquiriendo el Sr. Rigol, el analista que había efectuado el diagnostico de las vigas.
"EL BARCO"
El carácter inquieto y emprendedor del Manel, que no descansa nunca, le lleva a iniciar otro nuevo proyecto, el horno de pan. Estamos a principios del año 50, los emigrantes van llegando en hornadas cada vez más numerosas, desde Valencia, Alicante, Murcia y Andalucía, el barrio ha ido aumentando en población y con ello las necesidades de todo tipo son cada vez más acuciantes, y comienzan a surgir problemas de suministros. Aparecen los primeros intentos de abrir negocios y Manel decide instalar un horno de pan. Los trámites se los lleva la gestoría Sánchez de la calle Santa Teresa, que se encuentra con la denegación del permiso, según una ley del año 30, que exigía que la panadería más cercana estuviese a 1230 metros de distancia. Demuestra que la panadería más cercana la superaba por pocos metros, y ayudado por un salesiano conocido que lo recomienda, finalmente consigue el permiso para la construcción del horno.
"El Barco"
En 1951, a las órdenes de un especialista de este tipo de obras que venía del Bruc, con albañiles del Ocerans, -un constructor de la época en Mataró-, a base de piedras de granito de Dosrius y fango especial de Can Tino, un ceramista que vivía en la calle Gaudí de nuestro barrio, el horno fue tomando forma y quedo terminado dentro del plazo de tres meses que le daba la administración para ponerlo en marcha.
El horno tenía 5 metros de fondo y cuatro de ancho, con una alzada interior de 40 centímetros de altura y alcanzaba una temperatura entre 50 y 60 grados.
Una vez terminado, se había de construir la nave que lo albergara, entonces con el objetivo de dejar una paso entre el horno y la finca, se decide por darle forma redonda, cuando se dan cuenta que se asemeja a un barco, es cuando deciden finalmente su forma definitiva, que lo convirtió en un edificio admirado por todos, aunque tuvo sus problemas, ya que el arquitecto municipal del ayuntamiento, el Sr. Gallifa, al principio no estuvo muy conforme, ya que el plano original era una nave rectangular, pero finalmente el hombre terminó accediendo se la jugó y dio su visto bueno.
La panadería.
Ahora el barrio ya tenía panadería y no había que bajar al centro, ni esperar a que pasara el panadero ambulante que subía de Mataró, con un saco lleno de panes para venderlo, además podías disfrutar del pan recién hecho.
Otra cosa muy importante en esa época, y cosa muy de agradecer, es que todo el mundo iba a buscar el pan a diario, sin dineros, la Montse o el Santi, que ya ayudaban a sus padres, apuntaban tu nombre en una libreta y te habrían una cuenta, que cuando la gente cobraba los sábados, -que entonces también se trabajaba- se llegaban a liquidar religiosamente y vuelta a comenzar para la semana siguiente.
La familia reunida en una fiesta de Navidad
El barco por el lado que daba al jardín.
La parte del tejado de la nave, fue adecuada como una terraza solariega, en la que destacaba la chimenea que no era un adorno más, sino que era la chimenea del horno del pan, unos banco y una escalera lateral que daba al jardín de la finca, le daban un encanto especial que durante muchos años fue la envidia y la admiración de muchos. Lo que demuestra lo que hemos escrito de Manel, esa visión especial que tenía, que le convertía en un hombre avanzado a su tiempo.
Otra vista del barco.
Era rara la persona que no quedaba sorprendida cuando lo contemplaba por primera vez, sobre todo los primeros años, cuando no había nada construido a su alrededor, y nada más llegar al desvío, ya veías en la lejanía un barco anclado en pleno campo.
Durante muchos años se mantuvo como el edificio emblemático de nuestra barriada, honor que luego compartiría durante muchos años con la iglesia de Mª Auxiliadora, aunque perdió su esplendor cuando se le adosó la tienda que la familia construyó años después.
Última foto del Barco, antes de caer demolido.
Al lado izquierdo de la foto se puede ver la tienda que ocupó el antiguo jardín donde Santi y su mujer Carmen, abrieron una tienda de modas y después un todo a cien y que regentaron hasta el final de sus actividades.
Ya demolido el barco, comienza la construcción del nuevo bloque.
Unos meses más tarde.
2012 Última foto, edificio actual.
Este es el nuevo edificio que ocupa lo que durante tantos años fue nuestro querido y recordado "BARCO", un edificio singular y del que nos hubiera gustado mantener su recuerdo, mediante un placa en su fachada o bautizando el edificio por parte de sus nuevos propietario, como "Edificio El Barco".
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