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Los primeros grupos de murcianos se establecieron en el extra radio y en las calles más alejadas del centro, en habitaciones de alquiler, en algunos casos con derecho a cocina, donde en apenas cuatro metros cuadrados, malvivían agolpadas un montón de personas, de tal manera que en algunos casos, los inquilinos se buscaban trabajos de noche y otros de día, así cuando uno se levantaba el otro ocupaba su cama, de esa manera era más soportable el alquiler, algo así como lo que hoy llamamos pisos pateras.
Esto daba lugar a numerosos incidentes de convivencia, que en muchas ocasiones acababan en peleas agresiones que se pueden comprobar en los periódicos de la época, donde publicaban con toda clase de detalles, sus nombres apellidos y naturalmente el lugar de procedencia, lo que provocaba el rechazo de los autóctonos, que se escandalizaban y nos medían a todos por el mismo rasero, llamándonos charnegos, borrachos, castellanos y otras cosas menos cristianas.
Es curioso como en el caso de "charnego", no se sepa claramente cual era el insulto, porque según parece no se encuentra traducción en el catalán, ni en otros idiomas, aunque sí he encontrado escritos, donde la palabra
se usaba para definir a los hijos de los matrimonios entre un francés y una catalana o viceversa, en la época posterior a la peste bucólica y a la toma de Francia del Rosellón Catalán que trajo a la ciudad un buen número de jóvenes franceses, que se asentaron en la ciudad, motivo por el que tenemos tantos apellidos franceses en la localidad.
De más hilaridad resultaba los de "castellanos", ya que la mayoría de los insultantes y de los insultados ni conocían siquiera la existencia de Castilla, aunque en este caso es más comprensible, ya que después de que estos arrasaran Barcelona, estaban tan mal vistos y tan odiados que cuando querías insultar a un catalán, una de las peores cosas, era llamarle castellano.
En la década de los años 50, los emigrantes comenzamos a llegar por miles y en poco tiempo todo quedó desbordado, cada vez quedaban menos habitaciones por alquilar, comienzan a surgir la primeras barracas de madera, las primeras en la playa del Callao, que tanto dieron que hablar y escribir en la prensa local, que tanto costaron de erradicar y de la que tantos abusaron cobrando traspaso, cuando los que las ocupaban encontraban algo mejor.
Debido al pésimo efecto que tenían para el disfrute de la playa, en los periódicos locales comienzan a alzarse voces de denuncia, voces que el ayuntamiento ignoraba, hasta que el problema de las barracas se extendió hacia Cerdanyola, donde Barrau, construía y vendía a los primeros murcianos que habían llegado y en las que
estos invertían sus primeros ahorros.
Unos años después, el ayuntamiento, acuciado por los innumerables problemas que le habían creado este desarrollo desordenado, de la mano de algún que otro especulador, y antes las cada vez más insistentes denuncias, no tiene más remedio que coger el toro por los cuernos. Y aunque a regañadientes y con el mínimo interés, comienza a tomar medidas y establecer unas mínimas reglas de urbanismo.
Es entonces cuando algunos ven el negocio y comienzan a surgir vendedores de solares, como el ya mencionado Barrau, Domingo Biada, Dressel y algún que otro poseedor de terrenos en la zona.
Salvador Barrau y su mujer Pepita, de los que más adelante escribiré más extensamente, había estado unos años en el extranjero, unos cuentan que en Francia, otros que en América, el caso es que había vuelto con algún dinero y lo había invertido en comprar terrenos detrás de la granja SPA, lo que hoy conforman las calles, Fuensanta, Maravillas, Calasan Márquez. que él mismo urbanizaba, construyendo barracas que primero alquilaba y finalmente terminaba vendiendo.
El Sr.Domingo Biada, era el propietario de la mayor parte de los terrenos de la parte baja del barrio, que en sociedad según dicen unos, -aunque yo no lo puedo concretar- con el arquitecto Sr. Brullet, fueron los artífices de que, al menos esta zona, ya estuviese mejor urbanizada.
Dressel, un alemán establecido en Mataró que poseía una buena extensión de terrenos junto al colegio Salesianos, hoy c/ San Jorge y Maragall.
Así comenzaba a gestarse el primer barrio de la emigración en Mataró, que primero fu llamado "Pueblo Seco", "Sardañola", y finalmente Cerdanyola. En el libro "Cerdanyola barri gran de Mataró, figuran los datos que dan fé, por figurar en numerosos documentos de primeros del siglo XX.
No he conseguido encontrar hasta ahora, el significado de ninguno de los tres nombres, si es que lo tienen, o si bien, pudieran ser el nombre de las familias de los primeros propietarios.
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