Josep Codinach Pedrosa y María Cortina Odriola
Josep, "El Pepet" como le llamaban los amigos y convecinos, nació en los Joanaetos uno de los pequeños núcleos de viviendas que conformaron la Vall d´ en Bas. En las zonas rurales después de finalizada la guerra civil apenas había trabajo y por lo tanto no había futuro para la gente jóven, por los que muchos optaron por emigrar a las zonas industriales, donde el textil daba muchas posibilidades de encontrar trabajo.
El Pepet, acabó en Mataró, donde encontró trabajo en lo que él mejor se manejaba el campo y comenzó a trabajar para el "Cantinero". Este señor que era llamado así porque era el que gestionaba la cantina del cuartel de infantería que existía en la que hoy conocemos como la Avda. Recoder, poseía unos terrenos al lado de los Salesianos, que llegaban hasta la calle Mayor y de los que se hizo cargo el Pepet. Más tarde aprendió jardinería y hacía trabajo para las torres que existían en ésta zona, que era la de mayor densidad de fincas construidas para vivienda o para recreo-
El matrimonio el día de la boda de su hijo Vicent
Conoció por entonces a María, una chica natural de Arbucias, que también había llegado a Mataró en busca de un futuro mejor que el que le esperaba en las Guillerías. A María la llamaban "La Petita" por su estatura, aunque tenía un corazón y una fuerza que no le cabía en el cuerpo. Se casaron y tuvieron cuatro hijos, La Pepita, el Joan, la Emilia y el Vicent, los tres primeros ya fallecidos
Vivieron un tiempo en el centro de Mataró, hasta que se compraron un terreno en la calle Creu d´Fins y se edificaron la casa donde vivieron hasta su muerte, hoy en día propiedad del menor de los hijos el Vicent, que ha sido durante años el presidente y Hermano Mayor de la cofradía "La Verónica" del Colegio Salesianos
El matrimonio de visita a "Can Barrinas" una casa de descanso en el Montseny
El "Pepet", con sus dos nietos José María y Jordi a principio de la década de los 70 en el patio de su casa en el que siempre tenía flores de varias clases que le gustaba cuidar además de como entonces era costumbre plantó su limonero y un palo santo que da unos frutos exquisitos que compartía con sus vecinos y conocidos-
Josep, asando castañas para sus nietos en una excursión a la montaña, donde le agradaba llevarlos para inculcarles el amor por la naturaleza, para él una de las cosas más importantes de la vida, lo que hoy llamaríamos un ecologista de pro.
Fueron un matrimonio ejemplar, amigo de sus vecinos y muy queridos por todos cuantos tuvimos la suerte de compartir años con ellos. Sin haber nacido en Mataró, aportaron el esfuerzo de sus vidas, para dejarnos un barrio más grande y habitable.
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