OTRAS HISTORIAS

lunes, 5 de diciembre de 2016

FAMILIA JOSE GARCIA MONTOYA - ANTONIA VALERA GRAJERA


José García Montoya, nacía  el 16 de Marzo de 1.924 en Caravaca, provincia de Murcia, hijo de Francisco y de Juana, en un barrio llamado la calle larga, con cinco hermanos, su abuela Isabel y su tío Manuel
Era una época de muchas privaciones, recuerda como acompañaba a su abuela Isabel, por los cortijos, haciendo trueque, con cualquier cosa que se pudiera cambiar por algo comestible, hasta que con seis años comencé a trabajar de alpargatero, como casi todos los niños de la época y de aquella zona.´

Como  el colegio solo era para las familias pudientes, aprendió a leer y escribir de la manera más elemental poco tiempo antes de ir al servicio militar y gracias a personas que estaban un poco mas preparados que ellos, que ejercían de maestros de casa en casa, como buenamente podían

Tenía 12 años cuando comenzó la guerra civil,  a esa edad no eres consciente de lo que realmente estaba pasando, pero recuerdo, el tiempo de revolución previo a la guerra, los aviones que sobrevolaban el pueblo y a algunos vecinos de los que se llevaron al frente. Lo que  es imposible olvidar, es el hambre que se pasaba, sin trabajo, sin comida, sin agua, sin higiene, amén de los piojos y las chinches que se cebaban con nosotros.

Teníamos que comer lo que encontrábamos, pieles de naranjas, pieles de patatas, en ocasiones, mi madre preparaba migas de harina de pinazo, con unas gotas de aceite, que me sabían a gloria.
La guerra directamente no pasó por el pueblo pero tuvimos que sufrir las consecuencias, pero al menos no hubo que sufrir las represalias que si hubieron en otros pueblos de la zona y nadie se tuvo que esconder, al menos de las personas de su entorno.

Mi padre y mi tío Juan, eran ya personas mayores, pero a pesar de todo se los llevaron al frente dentro del último grupo de combatientes, fueron alistados por los rojos. Los dos volvieron tras la guerra, pero mi padre a causa del hambre y del agotamiento, enfermó y murió al poco tiempo.
Peor suerte tuvo el marido de una prima que se llamaba Santos, que fue fusilado por las tropas franquistas, solo por haber sido guardia de asalto con los rojos, dejándola viuda y con dos niños pequeños.

Se daba la circunstancia  de que en aquella época, la mayoría eran apolíticos y lucharon con los que le tocó luchar, más debido a las circunstancias, que a una participación activa en la política, ¿Qué íbamos a saber de política si apenas sabíamos leer?

Los tres años siguientes a la guerra, fueron horribles para todas las familias, sobre todo para las que no disponíamos de tierras, para poder sembrar algo, luego la situación mejoró ligeramente, pero la falta de expectativas truncaba los deseos de la gente joven, que ante la falta de trabajo no nos quedaba otra alternativa que la emigración.El ayuntamiento de Murcia, aprovechó la demanda de mano de obra en Catalunya, para quitarse bocas  que alimentar, así que tuvieron la idea  de dar  ayuda económica a los que querían hacerlo y aproveché la ocasión, para plantarme en Barcelona.

Con 26 años  hice el trayecto Murcia- Barcelona, con un primo que se llamaba Martín llegamos el mes de Mayo de 1.951 y a punto estuvieron, de devolvernos otra vez, a nuestra tierra, ya que los policías de entonces los grises, si te cogían te metían en Montjuic, hasta que juntaban un tren y te mandaban otra vez para Murcia.

Al principio viví en Barcelona, hasta que tras la muerte de mi hermano Juan José, decidí venirme a Mataró con mis primas Matea, Encarna y Dolores.
Comencé a trabajar en la fábrica de vidrio que se llamaba VIMACO, a donde iban a parar la mayoría de los  que llegábamos a Mataró,  ya  debido a la dureza del trabajo, casi siempre existían vacantes.
Además te permitían hacer todas las horas que aguantaba el cuerpo, recuerdo incluso, que muchos sábados me venía de Barcelona, donde iba a visitar a mi novia, para poder trabajar el sábado y el domingo por la noche, ya que por esas dos noches ganabas, mas que en toda la semana.
En ocasiones, empalmaba el turno extra de noche, con el turno de mañana, que me tocaba, llegando a trabajar 16 horas seguidas.

El 22 de Diciembre de 1.957, contraigo matrimonio Antonia Valera Grajera, que vivía en la Trinidad vieja, donde  había ido a parar mi madre y parte de mis hermanos y familiares, alguno también acabó en Sabadell.

En esa época un compañero de trabajo, llamado Manuel González, que luego llegó a encargado, dejó libre una habitación en la calle Pujol, donde estuvo viviendo de soltero, hasta que se casó.
Allí vinimos  a parar de recién casados y allí nacieron mis dos primeros hijos, Francisco y Juani.

Fue entonces cuando un primo mío que había comprado un solar en Cerdanyola, compro un solar en la calle Bagés, dando una pequeña entrada y pagando 50 pesetas cada mes que nos costaba mucho pagar, corría entonces el año 1.960.
En esa época un problema de salud de mi mujer, hace que el médico, nos aconseje salir de la habitación de la calle Pujol.

Como yo aprovechaba todas las horas que aguantaba mi cuerpo, conseguí además ahorrar 600 pesetas, con las que me embarqué, en la construcción de mi casa.
El Sr. Brullet, me hizo los planos y Blas Martínez, que además de ser uno de los primeros contratistas de Cerdanyola, es también murciano, como nosotros, me comenzó la obra, hasta levantar paredes,  colocar persianas y los marcos sin puertas.

Aquí nos venimos a vivir y aquí nació nuestro hijo David, con el suelo de tierra, las paredes sin enyesar y sin servicios de ninguna clase, hasta que poco a poco fue mejorando la cosa.
En el año 1.961, con la ayuda de mi mujer, pusimos una bodega  que daba a la calle Berguedá, hasta que finalmente ya en el año 1.966, abrimos el bar que regenté durante 23 años, hasta que me jubilé.

Esta es una de tantas historias de vecinos nuestros, contada con toda la sencillez del mundo, que han dejado huella con su ejemplo, y su vida, en tirar adelante sus familias en años de verdaderas necesidades.

Ellos son los artífices de nuestro barrio, ellos engrandecieron Mataró, ellos lo dieron todo por su familia, y por ello, desde Historias de Cerdanyola, tenemos el compromiso de que no se pierda su recuerdo, de él y de tantos otros que forjaron nuestro futuro.Que no quede en el olvido ni una  sola de estas vidas, porque ellos son nuestra memoria histórica.

José ya falleció, (q.e.p.d), no verá estas líneas, pero quedan sus hijos y sus nietos, a los que pasamos todo nuestro reconocimiento y agradecimiento. Su tierra nunca le hizo un solo homenaje.


No hay comentarios:

Publicar un comentario