Miguel Brullet i Monmany
Arquitecte Mataroní
1904 - 1988
Este arquitecto, fue sin dudar, otra de las personas importantes en la formación y desarrollo de nuestro barrio, ya que le tocó afrontar y solucionar, (en lo que pudo), un desbarajuste urbanístico producido por la irresponsabilidad de los gobernantes de la época, que durante varios años miraron para otro lado, ignorando lo que pasaba, cuando de forma masiva comenzó la construcción de casas y barracas sin permiso, sin planos, sin orden de ninguna clase y dejando en manos de los vendedores de terrenos, que aprovecharon la necesidad de unos y la dejadez de otros, para forrarse, vendiendo terrenos sin que existiera plan urbanístico alguno.
Comenzó sus estudios en las Escuelas Pías, donde destacó como buen estudiante, sacando matrículas en Geometría, Álgebra y Trigonometría, lo que le facilitó y abrió la puerta para su posterior estudio de arquitectura, acabando el batxillerato en 1923.
Comienza la carrera en la universidad de Barcelona y la acaba en Madrid el año 1930. Apenas un año después entra a formar parte del colegio de arquitectos de Barcelona. En sus últimos años de estudios compagina estos con su primer trabajo a las órdenes del famoso arquitecto catalán José Mª. Jujol i Gibert, que había sido discípulo del mismísimo Antoni Gaudí y destacado miembro del modernismo catalán.
Nada más acabar la carrera entra de arquitecto suplente en el ayuntamiento de Mataró, para el que trabajaría durante muchos años, tan solo interrumpidos por del golpe de estado, que da paso a la guerra civil. Él y su esposa Pepita Tena i Cucurull, (maestra) funcionaria del ayuntamiento, son apartados del servicio por cuestiones políticas y religiosas, ya que ambos pertenecían a la comunidad religiosa de Santa Mª. Tras el período de la guerra ambos recuperaron su anterior puesto de funcionarios.
Miguel Brullet i Monmany y su esposa Pepita Tena i Cucurull
Durante la década de los cuarenta ejerce de profesor en la escuela de artes y oficios de Mataró en donde logró crear una escuela con su sello particular, de donde saldrían algunos de los delineantes importantes, que años después han sido sólidos pilares en el desarrollo de la nueva ciudad. Su trabajo no le impidió colaborar y aportar su trabajo para la restauración del altar mayor de Santa María, que había sufrido grandes daños, durante el período de la guerra. La restauración dura casi una década y se inaugura en nuevo altar durante la fiesta de Las Santas de 1.950.
También tuvo tiempo, de dedicar una parte de su vida a la política, y de 1946 a 1948, forma parte del gobierno municipal. Durante esos dos años, trabajó intensamente, pero cada vez le era más difícil compaginar con su trabajo, y la falta de todo el tiempo que él creía necesario para desarrollar una buena labor le hizo abandonar su cargo.
A pesar de que en aquella época, existían en la ciudad otros arquitectos de prestigio reconocido, que también dejaron su huella en nuestra ciudad, como Antoni Martí i Coll, Rafael Estrany, Jaume Soler y Jordi Capell, -estos dos últimos en menos proporción ya que casi siempre trabajaron fuera de la ciudad-, el Sr. Brullet, como se le llamaba en el barrio, dejó su firma en numerosos proyectos de nuestra ciudad, entre los que son de destacar, el Colegio Montserrat Cuadrada, Las urbanizaciones de la LLantia, La Cornisa, Can Raimí, Can Cabot, el Pabellón deportivo Josep Mora, La Piscina Municipal, los cines Nuria e Iluro, la nueva capilla de San Sebastián, de Can Ximenes en la bajada Santa Ana y otros muchos y lo más importantes para nosotros, los dos proyectos que tuvo la parroquia de María Auxiliadora, un primer esbozo que fue rechazado por el obispado y el definitivo que dio paso a la actual iglesia (aún sin terminar el campanario, si alguien no lo remedia de una vez.
Mientras, en Cerdanyola, se seguía haciendo la vista gorda al desaguisado urbanístico de muchos años, de despreocupación, lo que provocó una situación que de no solucionarse con urgencia, podría abocar en un problema de difícil solución.
Será a principios de la década de los 60, cuando el Sr. Brullet, apremia al ayuntamiento para que definitivamente tome cartas en el asunto y tome las medidas necesarias para acabar con un asunto que no había más remedio que afrontar con la mayor de las urgencias.
Desde su propio despacho, se dibujan planos y las memorias de la mayor parte de lo edificado, y a falta de proyecto, se aplican las "Normas Urbanísticas Subsidiarias", que permitiría la legalización de las viviendas construidas sin permiso para todos los propietarios que lo solicitasen.
Algunos propietarios recuerdan lo que les costó pagar las 3.500 pesetas del proyecto, más las 900 pesetas de aparejador, cantidades que muchos pagaron a plazos, gracias a la buena predisposición del Sr. Brullet, como se le llamaba aquí en el barrio.
En este artículo del periódico Mataró, figura el boceto y el plano, del primer proyecto de la iglesia de la Parroquia de Mª Auxiliadora, que no gustó y fue rechazado por el Obispado de Barcelona.
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