A finales de los años 50 y principios de los 60, el barrio fue creciendo hacia arriba de la carretera a través de las calles donde ya existía población con bastantes años de antelación, lo que hoy son las calles, Salesianos, Joan Maragall, La Cruz, (unos años después Creu de Fins), Mayor, Sant Jordi, La Granja, Capellanets, Gatassa y Mª Auxiliadora, y de carretera abajo, (lo que durante algún tiempo llamaron Pueblo Seco), San Juan Bosco, Domingo Savio, cuando fue beatificado, Rosellón, Valencia y poco a poco el resto hasta llegar hasta el Camí del Mig y la Rira de Argentona.
Con mucha intención económica Domingo Biada y el resto de promotores, se fueron reservando los terrenos más céntricos, con los que más tarde poder especular, con el consentimiento de ayuntamiento que no ponía ninguna oposición. Con suerte pudimos salvar los terrenos de la química y hoy tenemos el parque de CERDANYOLA.
En esta foto de la calle Nápoles a medio construir, y la de debajo, con la mesa petitoria del día de la Cruz Roja, (o fiesta de la banderita como se le llamaba al principio), se puede observar la gran explanada donde en principio se celebraban la mayor parte de la feria y del resto de acontecimientos de la Fiesta Mayor de Mª Auxiliadora. En principio todos creíamos que la gran explanada, había quedado reservada para la futura gran plaza de la barriada, en la que según se decía irían instalaciones municipales y un cine. Llegaron lo 70, comenzaron la construcciones, todo el mundo tragó y cuando nos quisimos dar cuenta, perdimos hasta la parada del tranvía.
Nos hicieron el cine, eso sí, pero dentro de una gran bloque de pisos, la escasez de vivienda lo tapaba todo, y como era de esperar a las primeras de cambio, los inconvenientes para los vecinos, como era lógico, pudieron más y el cine acabó cerrando. Se aguantó eso si, el bar del cine, luego el Bazar del Regalo, paulatinamente fueron despareciendo los bares emblemáticos, El Parador, El Tánger y el Bar Caparros y porque no los dejó el Ministerio, que de haberlo hecho pasan la carretera de Argentona por detrás de la montaña de La Cruz
Y menos mal que estaban los TAXIS, les dejaron tres plazas mal contadas, en un lugar céntrico, eso sí, pero totalmente inadecuado, como se demostró enseguida. Esto sirvió para que del corazón solo nos dejaran la aorta, eso sí una pequeña vena, por donde pasa la mayor parte de la sangre de nuestra barriada. De ahí que durante mucho tiempo, incluso en la actualidad, algunos le sigan llamando la plaza de los Taxis.
El caso es que alguno, no he averiguado quien, se le ocurrió el topónimo de Isla Cristina, que más me parece cachondeo, ya que por su tamaño más bien es un islote minúsculo, para ser el corazón de un barrio de más de 30.000 habitantes, de los que una gran parte de ellos tiene que pasar por ella cada día en más de una ocasión.
Isla Cristina
Isla
Cristina está enclavada en un entorno privilegiado del litoral occidental de la
provincia de Huelva, en el suroeste de la región andaluza y en plena Costa de
La Luz.
Los orígenes de Isla Cristina son muy recientes, pues se remontan a la
segunda mitad del siglo XVIII, cuando pescadores procedentes del Mediterráneo, un buen número de ellos de Mataró, se asentaron, en ella para explotar los caladeros de sardina y atún, sazonar el pescado
y extraer la sal.
Era finales de los 60, cuando se construyó el bloque Isla Cristina con calle Rosellón, en los bajos se instaló el primer vendedor de coches y accesorios, Automóviles REYES, un hombre muy decidido, que mantuvo el tipo mientras que pudo, luchando contra los gigantes de la automoción de nuestra ciudad.
La década de los 70, fue la época de los bares, en el barrio existían según informaciones periodísticas, más de 80 bares y tres casa de prostitución, que tuvieron que cerrar muy pronto debido al malestar y la oposición con la que contaron los propietarios. Cuando por fin, llegó la TV, con las series y las retransmisiones de la Copa de Europa; un bar era un seguro de vida, ya que como nadie tenía tele en casa, no quedaba otro remedio que hacerse cliente de uno u otro para irse al bar con su familia para disfrutar de ella.
En 1980, el Sr. Calvo, abre el Bar Burriac, que al año siguiente lo pone en manos de su hijo Tony Calvo, que desde entonces, luchando contra todos los inconvenientes, ha conseguido llegar hasta hoy, tras apostar definitivamente por su barrio, mediante una reforma extraordinaria, dentro de las posibilidades del local, para disfrute de todos. Toni siempre ha demostrado estar al lado de sus clientes colaborando con las fiestas del barrio, aportando todo cuanto se le ha solicitado.
Desde Cerdanyola City TV, le deseamos mucho éxito en su apuesta por Cerdanyola y su gente y de cuantos quieran tomar el pulso, desde el epicentro en pleno corazón del Barrio.
Podéis ver la entrevista en Cerdanyola City Today TV en http://cerdanyolacttv.blogspot.com